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Bloques de hormigón se colocan a lo largo de la costa para tratar de evitar una mayor erosión costera en Mahibadhoo, Maldivas, 17 de diciembre de 2019. © 2019 Carl Court/ Getty Images
Agua, agua, por todas partes,
Y toda la tierra se hunde;
Agua, agua, por todas partes,
Ni una gota para beber.*

 

Maldivas se enfrenta hoy a dos problemas con el agua: demasiada y poca.

El aumento del nivel del mar debido al cambio climático amenaza la existencia misma del país, una cadena de islas bajas en el océano Índico.

Al mismo tiempo, a muchas comunidades de Maldivas les resulta cada vez más difícil conseguir agua dulce, limpia y segura. Esto es especialmente cierto en las islas más remotas. Allí, infraestructuras como el agua corriente y las plantas desalinizadoras suelen estar en ruinas o no existir.

Además, en las islas más alejadas, los índices de pobreza son más elevados. Depender del agua embotellada para beber es caro, demasiado caro para muchos.

Y el problema empeora con el cambio climático. El aumento del nivel del mar aporta más sales a las aguas subterráneas. Las precipitaciones son cada vez más impredecibles. Mientras tanto, la población aumenta. La escasez de agua potable es cada vez mayor.

El gobierno de Maldivas tiene la obligación de garantizar el derecho de la población al agua, pero no lo ha hecho. Incluso su seguimiento de la cuestión ha sido, en el mejor de los casos, irregular.

Las autoridades no siempre han dialogado con las personas más afectadas por la escasez de agua. Aunque el gobierno ha buscado en el extranjero financiación para proyectos de adaptación al clima, a menudo parece olvidarse de hablar con la población local sobre estas medidas. 

El resultado es que el diseño, la ejecución y el mantenimiento de los proyectos hídricos financiados con fondos extranjeros no siempre se basan en los conocimientos locales, como debería ser. Y no se protegen los derechos de las comunidades remotas y más pobres que sufren escasez de agua.

Un ejemplo notable procede de un nuevo informe de Human Rights Watch. En él se detalla cómo un proyecto de 28,2 millones de dólares para hacer frente a la escasez de agua en las islas exteriores del país no ha cumplido las expectativas.

La iniciativa contaba con el apoyo del Fondo Verde para el Clima, el mayor fondo del mundo dedicado al clima, y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Su objetivo era proporcionar a 32.000 personas de 49 islas acceso a agua fiable y segura a través de medios como la desalinización y la recogida de agua de lluvia.

Sin embargo, los residentes entrevistados describen cómo algunos de estos proyectos hídricos se llevaron a cabo de forma precipitada y sólo se completaron parcialmente, tras años de retraso. En una isla, los miembros del consejo local afirmaron que hasta el 60% de la población seguía dependiendo del agua embotellada para beber.

El gobierno de Maldivas puede y debe hacerlo mejor. Otros países que ayudan a financiar estos proyectos climáticos también pueden y deben hacerlo.

Los retos que plantean el cambio climático y la subida del nivel del mar no hacen más que crecer, en las Maldivas y en otros lugares.

Con más "agua, agua, por todas partes", los gobiernos deben garantizar que también haya para beber.


*Un disculpa a Samuel Taylor Coleridge por tomarme la libertad de mencionar su clásico de finales del siglo XVIII, "The Rime of the Ancient Mariner".

 

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